Portada del sitio > ACTUALIDAD > Ley Abolicionista del PSOE

Ley Abolicionista del PSOE

Jueves 2 de junio de 2022, por Conxa Borrell

El ejercicio de la prostitución en particular y del trabajo sexual en general es poco comprendido y la gran mayoría de veces, tergiversado por la prensa.
Puede que las feministas institucionalizadas quieran entender que es venta de cuerpos, pero la realidad es que las trabajadoras sexuales ofrecemos un servicio muy amplio. Desde las webcammers o las performers, hasta las prostitutas callejeras, pasando por las bailarinas eróticas o las alternadoras, todas cobramos por un servicio, bien sea como protagonistas de un espectáculo o como acompañantes en una hamburguesería para que el cliente no tenga que cenar en soledad.O bien poniendo en práctica los servicios ofertados, pactados y cobrados por adelantado de una prostituta. No somos un servicio público y no somos asistentas de nadie. Somos trabajadoras sexuales que exigimos nuestros derechos laborales. Y cuando el Gobierno más progresista y feminista de la historia de España ha visto que nos hacíamos fuertes, que salíamos a la calle a demandar nuestros derechos, cuando hemos ganado una sentencia en el Tribunal Supremo, cuando hemos conseguido retirar la tercería locativa de la mal llamada Ley del Sí es Sí, el Gobierno progresista y feminista se nos echa encima a las mujeres más vulnerables del espectro laboral con una ley que es prohibicionista.

No abolicionista, prohibicionista. Lo repetimos para que se entienda bien. Nos abocan a extinguirnos como profesionales del sexo sin que haya previstas ningún tipo de ayudas para nosotras, las NADIE.
A nadie en el Gobierno parece importarle el presente y el futuro inmediato de las mujeres que ejercemos algún tipo de trabajo sexual. Nos abocan a la pobreza, a la clandestinidad, a la miseria, nos dejan sin posibilidad de poder trabajar en habitaciones alquiladas y a las menos favorecidas, las mujeres que no sólo trabajan si no que también viven en sus lugares de trabajo, las dejan sin hogar.

Cientos de miles de mujeres se quedan en la calle, sin posibilidad de encontrar un piso, porque carecen de contratos de trabajo, sin los cuales es imposible alquilar. De hecho, una solución sería poder alquilar entre tres o cuatro mujeres un piso y compartirlo como vivienda si una tuviera la documentación en regla. Pero con esta ley asomando el hocico, ningún propietario querrá alquilar su propiedad a una inmigrante porque pensará automáticamente que puede ser trabajadora sexual y él podría acabar convertido en proxeneta.
Es un proyecto de ley sin pies ni cabeza, hecho a la imagen y semejanza del feminismo institucional, rancio, setentero, trasnochado y alejado de la realidad del siglo XXI.

A menudo el mal llamado lobby abolicionista, se han comparado con los abolicionistas del esclavismo en el sector del algodón. Pero se les olvida algo sumamente importante, las personas que luchaban contra el esclavismo, lo hacían también a favor de los derechos laborales de las personas que estaban siendo explotadas. Si fueran abolicionistas, si quisieran defendernos a nosotras y a nuestros derechos, lucharían contra la explotación laboral que nos obliga a trabajar 12 horas en tacones sin contrato laboral. Lucharían contra una patronal sin escrúpulos que se libra de pagar las cotizaciones a la Seguridad Social y los respectivos pagos a Hacienda a las mujeres que les enriquecen. Si hay un malo en esta historia, no es la trabajadora sexual, es el prohibicionismo que prefiere criminalizar a las mujeres trabajadoras, a la clase obrera, antes que enfrentarse a una patronal que sigue viviendo en los albores del siglo XIX con el beneplácito de un Gobierno inútilmente maquillado de feminista.
N nos engañemos, la mal llamada Ley Abolicionista, es una Ley Prohibicionista, que nos obliga a la clandestinidad, que nos mantendrá criminalizadas, que nos habrá quitado los pocos derechos que nos quedaban y que, sin duda, todo eso las hará dormir mejor a sus creadoras.

¿Quién nos hubiera dicho que la izquierda iba a servir nuestras cabezas en bandeja a los proxenetas, a las mafias y a los peores clientes? Porque una cosa está clara, las prohibiciones crean mafias y las víctimas de ellas, seremos las profesionales del sexo de pago. Recordemos la Ley Seca de EEUU y nos haremos una idea de lo que podríamos estar hablando.
Si esta locura de ley acabara siendo una realidad, nos veremos abocadas a tener que aceptar a los clientes que nunca hemos querido atender, a los que no tendrán nada que perder. Porque los clientes buenos, ésos que nos aseguran un sueldo a final de mes, desaparecerán porque ninguno de ellos querrá enfrentarse a penas de entre uno y tres años de cárcel. Sólo los delincuentes y los ladrones y los violadores querrán quedar con nosotras, para robarnos, agredirnos, violarnos y tal vez incluso matarnos, como ya está ocurriendo en nuestra vecina Francia. Una ley no puede confeccionarse sin la ayuda de las personas a quienes va a afectar. Pero las prohibicionistas no nos consideran mujeres, si no trozos de carne, deshechos agujeros rellenos de semen, alienadas, estúpidas, niñas y por ello no nos consideran a la hora de legislar contra nosotras. Porque ellas lo hacen por nuestro bien. No nos consideran sus iguales. Nos quieren víctimas para que haya una ley con su nombre, con las siglas de su partido, para sacar rédito político de un proyecto que empobrecerá cientos de miles de mujeres en este país y que dejará a las mujeres migrantes en una situación de desamparo total. No hay IMV, no hay prestaciones, no hay salidas, es una ley que está pensada para enaltecer su propio ego de salvadoras. Cuando les hemos dicho millones de veces por activa y por pasiva, que nosOTRAS, las trabajadoras sexuales, no queremos ni necesitamos ser rescatadas ni salvadas. Necesitamos y exigimos derechos laborales, quizá no tan buenos como los que se tienen en en el Congreso de los Diputados por ser Ministra o Directora del Instituto de la Mujer, pero sí los que nos merecemos por nuestros años como profesionales en el sector del sexo de pago.

Las trabajadoras sexuales no vivimos de demagogia, ni de medallitas otorgadas entre amiguitas, vivimos de nuestro trabajo. Con él pagamos nuestras facturas, criamos a nuestros hijos y mantenemos un nivel de vida adecuado para nuestras familias en nuestros países de origen. No somos víctimas y no somos delincuentes. Somos trabajadoras sin derechos, pero esto más pronto que tarde lo vamos a parar. Porque las trabajadoras del sexo somos más fuertes que cuatro niñas pijas. Que las cajeras de supermercado, en nuestro mundo, no acaban siendo ministras. Que muchas profesionales compaginan sus trabajos “dignos” con el trabajo sexual para poder llegar a fin de mes. Que somos muchas más que las privilegiadas que nunca han querido reunirse con nosOTRAS porque les damos asco…vaya a ser que les peguemos una ITS. Ésas son nuestras salvadoras. Ése es el nivel de quien legisla contra las trabajadoras sexuales.

SIN PUTAS NO HAY FEMINISMO